Wednesday, August 10, 2016

Comentarios sobre "ILLIBERALISMO" de Sohrab Ahmari: ¿Qué Pasa en el Mundo Hoy?

Pienso que el Sr. Sohrab Ahmari es uno de los más lúcidos analistas geopolíticos de la actualidad. Su reciente artículo titulado “Illiberalism: The Worldwide Crisis” (Iliberalismo: La Crisis Alrededor del Mundo) publicada en Commentary Magazine me lleva a pensar que, aunque se han dado importantes mejoras respecto a libertades civiles, la nutrición, la salud pública, la educación y la reducción de la pobreza gracias a los aspectos positivos asociados al pensamiento racional moderno, su etos y forma de organizar la sociedad, realmente parece haber una ascendencia temporal de “hombres fuertes” como líderes semi fascistas  poniendo a prueba los principios democráticos liberales variando en estilo según sus contextos regionales o locales. Esta situación podría realmente ser una importante prueba que los actuales y futuros líderes democráticos deben afrontar.


A medida que los demócratas liberales van adquiriendo características y valores posmodernos; a medida que se vuelven más tolerantes de las diferencias, naturalmente su pasión por batallar contra la injusticia se modera y muchos tienden a volverse débiles defensores de la democracia liberal y de valores propios a ella como la tolerancia, el pluralismo, la igualdad ante la ley y la libertad individual con responsabilidad. Y por no defender lo mejor de los valores modernos su sistema (nuestro sistema) y la evolución de tal sistema podría peligrar.  

La transición creativa hacia una etapa más inclusiva pero sanamente organizada y funcional (una etapa integrativa) podría peligrar. Es justamente durantes las crisis de transición a sistemas políticos y económicos más evolucionados que hay saber preservar lo mejor de las etapas anteriores para que - llegado un momento de bifurcación - la reorganización sea compleja-constructiva y no regresiva-destructiva. debemos salvar lo mejor de la democracia liberal en términos de principios éticos, descubrimientos, métodos y aplicaciones propios a la etapa de desarrollo político-cultural normalmente conocida como “la modernidad.


Naturalmente, en medio del debilitamiento de las instituciones modernas, esta combinación de excesiva apertura posmoderna con frecuencia relativizando valores e ideas, abriéndose hacia todos sin criterio ni comparación crítica, además del excesivo cuestionamiento de todas las ideas y valores modernos en plena decadencia institucional, es aprovechado por personas excesivamente conservadoras (basadas en un SENTIR pre-moderno). 

Esta situación genera un contragolpe opuesto al espíritu progresista que busca superar los errores de la modernidad y aparecen líderes que ofrecen soluciones simples, directas, típicamente excluyentes, quizás étnicas y/o híper nacionalistas; soluciones populistas y políticamente atractivas para muchos pero (aunque a veces disfrazadas de modernidad) propias de una era anterior más intolerante; soluciones quizás temporalmente seductoras pero muy inadecuadas para lograr crear un nuevo sistema y creativamente adaptarnos a la situación de híper interconexión y complejidad actual. Por ello no solo se podría generar una complicación contra la evolución de las democracias liberales sino también regresiones patológicas tales como (por motivos de seguridad) un uso de la tecnología en forma esclavizante.

En estos avatares (en el caso de Estados Unidos) podríamos ver cómo surgen candidatos "outsiders" como Donald Trump que de muchas formas pueden ser considerados como "conservadores" y parte de una manera de pensar "tradicional" y hasta "autócrata" pero que ahora simultáneamente retan a un sistema político amañado por grandes intereses corporativos logrando así el apoyo del sentir de grandes porcentajes de mayorías frustradas.   

Pero, en contraste con una reacción conservadora ante la decadencia del sistema político moderno en Estados Unidos, también podemos observar una reacción posmoderna a la decadencia de un sistema que antes tenía instituciones un tanto más compatibles con los estándares democráticos liberales modernos. Un ejemplo de ello es el surgimiento de Bernie Sanders quien - aunque fungió por mucho años como senador dentro del "Establishment" - simultáneamente siempre estuvo fuera del mismo por promover el socialismo democrático. Interesantemente, según el analista político Jeff Salzmann (guiado por la Teoría Integral), Sanders es una influencia evolutiva necesaria moviendo la cultura política estadounidense más allá del conservadurismo y de la modernidad, legitimando las aplicaciones políticas posmodernas. 

Jeff Salzmann y Ken Wilber así como otros analistas basados en la Teoría Integral proponen que tanto en Estados Unidos como en los demás estados-nación coexisten distintas voces políticas cuyas premisas, métodos, agrupaciones ideológicas y valores se alinean de forma específica con distintas etapas de conciencia (frecuentemente denominadas etapa "mítica-premoderna", etapa "moderna-racional", etapa "posmoderna-igualitaria" y la incipiente etapa "integral" o "integralista"). Entender este factor que nos indica que realmente vivimos en mundos interpretativos muy distintos es una clave para entender la situación política no solo en Estados Unidos sino en todos los estados-nación además de geopolíticamente y (aunque aunque aún a muchos les suene como apócrifo o tabú...exopolíticamente).   

En los Estados Unidos (y esto se aplica tanto para candidatos en el Partido Demócrata como para candidatos en el Partido Republicano), realmente han habido demasiados años en los cuales muchas grandes corporaciones, industrias, sus lobbies e intereses especiales han donado de forma consistente grandes sumas de dinero así como realizado denodados esfuerzos para influir sobre el parlamento y en la política local. Más aún, bajo esta situación y debido al contexto geopolítico actual lleno de grandes retos como el terrorismo descentralizado, y para dar una imagen creíble y realística de fuerza, la "izquierda" a adoptado más posiciones de la derecha, pareciéndose a cómo era la derecha hace varias décadas.     


La situación se complica aún más porque frecuentemente se confunde a la democracia liberal con la permisividad actual respecto a las grandes corporaciones y con su financialización neoliberal (una distorsión del capitalismo) que lleva a la conformación de grandes desigualdades, mafias y oligopolios, lo cual claramente no fueron las intenciones de pensadores como Adam Smith cuyas ideas frecuentemente se mal interpretan y distorsionan ya que él también luchó por la justicia social.  


La situación también se complica porque las personas funcionando psicológicamente en una etapa de desarrollo “pre-integral “cree que su forma de pensar es exclusivamente la mejor por lo que su misión puede volcarse a intentar utilizar cualquier medio (democrático o no) para cambiar la sociedad y/o para llegar al poder. Incluso los últimos mencionados no solo podrían temporalmente confundir y motivar a tradicionalistas conservadores sino también representar un sentir y forma de interpretar la realidad no solo de naturaleza premoderna sino también pre-moderna y además pre-tradicionalista, en una forma de entendimiento que en Teoría Integral se le llama una “altitud roja” en la cual valores conservadores constructivos como la humildad, la fe, la tradición y el servicio al bien común no serían prioritarios sino que básicamente sujetos al poder más crudo y a la autoridad que lo ostenta.    


En términos de sentimientos que rigen la voluntad, la decisión y la acción, muchos individuos de sentimientos y auto identidades excesivamente conservadoras y premodernas adoptan ideologías culturales locales conocidas con las que se sienten más cómodos, ideologías que informan y refuerzan sus convicciones previas o nuevas en cuanto a que coinciden con el nivel de interpretación de la realidad y desarrollo en el que se hallan principalmente situados.  Y sus auto-identidades son parte de esto. Por ello, actualmente intentan utilizar estas ideologías (que en niveles de desarrollo pre-integrales se convierten en doctrinas) para intentar restablecer un orden personal y social significativo en medio de un mundo complejo agitado con menos certezas culturales compartidas.


Utilizando conceptos de la Teoría Integral de Ken Wilber (una meta teoría integrativa post posmoderna), pienso que esta situación podría en parte estar relacionada con el hecho que la política liberal moderna ortodoxa tampoco está a la altura del reto presentado por un nivel de complejidad sistémica sin precedentes, un mundo muy distinto de cómo era la situación cuando las democracias liberales se afianzaron para retar reinos, imperios, sistemas coloniales y otras autocracias anteriores.

  
Hoy parece que la mayoría de los líderes democráticos aún no han reconocido la necesidad de su propia evolución, elevando sus mentes y actitudes hacia una etapa de auto identidad y conceptualización meta sistémica e integrativa, necesariamente más “matizada” o sofisticada. Al contrario, en su proceso evolutivo actual en el cual muchos están transicionando a una postura posmoderna o propia de la modernidad tardía en la cual se cuestiona aspectos de la modernidad (una etapa intermedia necesaria), las voces democráticas liberales influyentes podrían estarse debilitando en el sentido de estar tímidamente adaptándose demasiado a lo “políticamente correcto” no siendo así  capaces de liderar una clara y resonante defensa de la democracia liberal. Esto tendría la consecuencia de empoderar, envalentonar y permitir que otras personas ocupen el vacío de sentido que se forma. Daría cabida a que individuos egocéntricos, autoritarios y obstinados con sensibilidades y sentimientos pre-modernos   se vuelvan mucho más efectivos exacerbando grandes grupos humanos hacia ‘soluciones’ contemporáneas de carácter retrógrado. Ellos resuenan con los sentimientos de grandes segmentos de la población al simplemente prometer un resurgimiento (tanto imaginario como parcialmente real) de “los días de un pasado glorioso”, exacerbando identidades nacionalistas, étnicas y religiosas en los Estados Unidos, en diversos países de Europa, en el Medio Oriente y en otros lugares.   


En el artículo de Ahmari no solo se hace referencia a los Estados Unidos bajo el fenómeno del “Trumpismo” sino también se menciona que variantes del mismo fenómeno están ocurriendo en países como Francia, Hungría, Italia, el Reino Unido, España, Polonia, la Filipinas y hasta Kenia sin dejar de mencionar a Turquía, a las represiones de libertades políticas en Irán y en la mayoría de los países árabes que en 2010-2011 vivieron el conato de la “Primavera Árabe”. 


Muchos “hombres fuertes” neo fascistas (prometen una resurgencia nacionalista pero son sui generis en relación a sus contextos locales) podrían haber aprendido estrategias cínicas aptas para utilizar los sistemas democráticos bajo el amparo del sentido que rige la práctica de la política internacional y las teorías políticas modernas que asimismo casi siempre enfatizan lo maquiavélico, con una lógica retransmitida por escuelas “realistas” de política internacional que implícita o explícitamente hacen alusión a  “ganadores y perdedores”.  Esta forma de pensar “racionalmente” enfatizando el bienestar propio inclusive por sobre el de los demás. Además de eso, los pobres ejemplos dados al imaginario social por los oligopolios gradualmente tomando control de la política para su propio beneficio en países como Estados Unidos, en particular desde los años 80’ puede haber generado aún más cinismo en muchos que aspiran a convertirse en líderes políticos.


Su política en realidad es pre-moderna en cuanto a sus identidades y sensibilidades y en cuanto a que se apodera de los sistemas democráticos modernos por medio de estrategias que incitan sentimientos como los causados por la frustración del estancamiento económico, temores en cuanto a la seguridad, la invasión de inmigrantes extranjeros y una carencia de opciones liberal-democráticas claramente transmitidas. Lo suyo es una llamada al poder Nietzscheano pre-racional complementando una necesidad de creer y ocurre en medio de un exceso de información que no puede ser procesada adecuadamente sin funcionar bajo un cierto nivel básico de cognición, ética, conciencia y marco teórico  integrativo bien establecidos.


Y esto ocurre junto a una carencia emocional de certezas. Es un llamado a la “voluntad de poder” ofrecida a individuos probablemente con niveles de desarrollo subjetivamente pre-modernos y/o incipientemente “modernos” (en cuanto a sus identificaciones, narrativas interiorizadas, cosmologías y sentimientos). Es un llamado menos que racional al poder y empoderamiento ofrecido ante un nuevo conjunto de complejidades ante el cual los líderes democráticos liberales y sus fundamentos ideológicos e institucionales deben adaptarse y elevarse para así poder enfrentar el reto con éxito.


Creo que existe un serio reto contra la progresiva continuidad de la civilización, una civilización moderna que debería superarse preservando lo positivo de sus logros pero de forma menos dicotómica e hiriente. Los líderes culturales y políticos realmente modernos y democráticos deben evolucionar y estar a la altura de la situación híper compleja del mundo de hoy, situación por la cual nuevos líderes fascistas utilizando procesos democráticos están en aumento.  Deben sacudirse del cinismo y timidez y claramente defender los principios de la democracia liberal mientras evolucionan para co-crear sistemas políticos integrativos aún más democráticos y capaces de cumplir con las demandas actuales, ofreciendo soluciones viables que puedan efectivamente reemplazar reveses hacia soluciones premodernas.


Realmente parece existir una crisis civilizatoria cuando los principios de la democracia son puestos a prueba por una resurgencia de sentimientos y líderes pre-modernos utilizando medios democráticos (ante la impasibilidad y “zombificación” de muchos) para llegar a posiciones de poder desde los cuales pueden cambiar todo. Necesitamos expandir nuestro rango de ideas para salvar a la modernidad que es necesaria para llegar a la siguiente etapa más sana. Y (como se sugiere en Teoría Integral) necesitamos trascender esta modernidad sin destruirla. 


Verdaderamente necesitamos evolucionar y construir una modernidad “integrativa” y “compleja” salvando el progreso de la civilización que nos ha puesto en contacto a nivel planetario; pero hay que incluir otras sabidurías sanas y constructivas de orígenes que no son ni modernos ni occidentales, sabidurías también erróneamente suprimidas por el excesivo fanatismo con formas rígidas de lo moderno. En el pensamiento, el sentir y la praxis integrativa hay suficiente 'espacio' para esto.  


Quizás los líderes y políticos modernos ingresando en su fase de cuestionamiento posmoderno deben tener en cuenta la importancia fundamental de defender los principios liberales más básicos sin los cuales no tendrían la libertad (y quizás los medios cognitivos) para pensar y cuestionar algunas de sus certezas previas. 


Quizás pensadores integrativos post posmodernos también necesitan enfatizar más el aspecto inclusivo de su pauta orientadora que exhorta a “trascender e incluir”, esto es, a trascender etapas previas pero incluyendo sus métodos y descubrimientos”. De esta forma se podría rescatar y valorar verdades injustamente suprimidas armonizando así con un mayor número de sabidurías compatibles. Verdaderamente necesitamos expandir nuestro rango de ideas con cuidado pero exhaustivamente. 

El surgimiento de una educación integral, valores integrales y líderes con sentimientos y auto-identidades integrales sería una solución para superar la modernidad sanamente evitando una regresión hacia estadios de intolerancia previos. Ello sería en parte porque en la integralidad se reconocen, aceptan e incorporan coherentemente los más sanos aportes culturales de etapas previas por lo que muchos de esos aspectos podrían participar en los nuevos modelos económicos y políticos que deben crearse calmando la duda y la ambivalencia que muchas personas de sentir tradicionalista experimentan. 


Pero para superar constructivamente la decadencia de aplicaciones institucionales de la modernidad en plena bifurcación hacia una etapa superior, se debe promover muy consciente y activamente el desarrollo cultural en este sentido, inclusive como política pública rescatando valores cívicos y éticos mientras simultáneamente se defiende a la democracia liberal y los más sanos aportes de la modernidad. 



Un link al excelente artículo de Ahmari (en inglés) y que inspiró este ensayo es: 

https://www.commentarymagazine.com/articles/illiberalism-worldwide-crisis/


Monday, August 1, 2016

POLARIZACIONES REGRESIVAS ACTUALES Y TENDENCIAS EVOLUTIVAS

La prestigiosa revista The Economist  (generalmente sobria y conservadora  en relación a la economía y situación mundial) es conocida por su carácter analítico y generalmente no pretende anunciar grandes cambios de dirección. Pero en su edición del 30 de julio al 5 de agosto de 2016, bajo el artículo “The New Political Divide” (La Nueva División Política) básicamente advierte que hay un peligro para la civilización. Se refiere a la marcada brecha que está surgiendo gracias a dos megas tendencias políticas: Una hacia la tolerancia, el pluralismo, el globalismo y el multilateralismo propia del liberalismo original (que “The Economist” básicamente defiende) y otra hacia elegir un rumbo proteccionista, nacionalista, exclusivista y unilateral (además de muy probablemente xenófobo).


El artículo no solo se refiere a la posición declaradamente “americanista y anti globalista” de Donald Trump, candidato a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump. También nos indica que hay similares desarrollos políticos en países como Hungría, Polonia, Rusia, Francia y  Gran Bretaña.  Y advierte que si el conservador francés Le Pen llegara a la presidencia, la Unión Europea podría desmembrarse. En realidad para la línea editorial del The Economist - generalmente a favor de la globalización y del libre comercio – la postura anti “free trade” (anti libre comercio) expresada por Donald Trump (hoy un outsider infiltrado dentro del Partido Republicano) podría ser tan preocupante como la postura anti “free trade” del ex candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos Bernie Sanders. Esta similitud la reconoce “The Economist” pero las razones por las que cada cual emitiría expresiones contra el libre comercio tal como lo conocemos hoy serían muy distintas.


Por un lado, Donald Trump sería un personaje por el que actualmente en Estados Unidos (según encuestadores en el programa Oppenheimer Presenta) estarían dispuestos a votar una mayoría de la población blanca pero principalmente los poseedores de un bajo nivel de educación, un segmento poblacional que es parte de la mayoría. Por eso mismo (como se también se especuló en un reciente programa del periodista Andrés Oppenheimer) el candidato Trump tampoco parecería estar muy interesado en el voto de origen latino o afro americano. Sin embargo tampoco sus inexactas declaraciones y estadísticas ni sus insinuaciones xenofóbicas o metidas de pata en cuanto a la geopolítica parecería importar o tener serias consecuencias entre sus seguidores ya que, por lo visto, se hayan más inspirados por la emoción que por la razón.


Quizás (como indica un reciente artículo del New York Times del 15 de julio del 2016) “A Cure for Trumpism” estemos tratando con un “culto a la personalidad” dentro de un partido de conservadores que hoy en día no solo depende de “los ricos” sino que ha atraído  más que antes también a personas de clases sociales menos pudientes. Quizás hayan sido atraídos y radicalizados por movimientos como el “Tea Party” que apela a una visión estadounidense fuerte, imponente, menos analítica, contestataria y unilateral. Quizás el vuelco del Partido Demócrata hacia la derecha además de su timidez para decir las cosas claramente junto con el nuevo poder de influencia religiosa fundamentalista atractivo para las clases menos educadas hayan también atraído a personas menos pudientes y educadas a las filas del Partido Republicano.  Pero creo que hay una tendencia más amplia en todo esto. Creo que estamos viendo una serie de respuestas a la menor efectividad de los valores, conceptos e instituciones actuales que deben evolucionar adaptándose a una situación mundial mucho más entrelazada o “compleja”.     


Pareciera que ante la falta de respuesta o la relativa apatía de demócratas liberales vastos segmentos de personas con un perfil psicológico intolerante a la ambigüedad se estaría volcando hacia soluciones extremistas según el medio social donde viven. ¿Será Trump una nueva versión del sentir conservador buscando dirección y respuestas? Pero este sería un sentir atávico y más primitivo, algo ya casi exclusivamente pre-racional reemplazando a un Partido Republicano que se habría reorganizado como servil a la gran empresa después de la Guerra Civil.


 ¿Será el “fenómeno Trump” que asusta a los republicanos hoy ya “tradicionales” una versión que también trata de superar al igualmente cuestionado “Tea Party”, facción extremista conocida por su polarización y contagiosa intransigencia siempre bloqueadora de iniciativas demócratas progresistas? ¿Se tratará de una reacción conservadora por el hartazgo ante un gobierno entrampado además del temor por la situación terrorista internacional más un etos militarista lo que hace atractivo percibir a Trump como alguien que habla directamente a las emociones primarias? ¿será que los menos educados se han cansado del discurrir intelectual sin soluciones que tradicionalmente han ofrecido los partidos antes? ¿Será que alguien que habla concisamente a la frustración frente a un “sueño americano” casi perdido puede tener tanto éxito simplemente al echar la culpa y polarizar ventralmente con respuestas fáciles frente a personas cuyos sueldos reales se han visto congelados por años (debido a políticas que han desmantelado el “New Deal” y el sindicalismo de FD Roosevelt, asimismo  permitiendo la toma de control plutocrático de casi toda la clase política, junto a una financialización de la economía bajo fundamentos ficticios, transfiriendo salarios a una clase exclusiva poco productiva, contribuyendo a su capitalización y  liberación de impuestos (por ende a una riqueza efectiva) a ese menos del 1% de la población? ¿Serán capaces de elegir a alguien que podría hacerles más daño?


El hecho que Trump sea sumamente rico y famoso por herencia, contexto y destreza para “ganar a como dé lugar” además de haber estado presente en el imaginario público por sus escándalos, sus casinos, sus bancarrotas, sus líos legales y hasta por su programa de cable/televisión “The Apprentice” lo convierte hoy (en circunstancias políticas polarizadas en las cuales los partidos tradicionales no coordinan) en alguien a quien ven como un ganador que llega para rescatarlos, en una promesa para un futuro más libre. Rico, seguro y dominante. Es  el líder “triunfante” que muchos querrían ser; alguien que en el imaginario podría manejar bien las cosas a pesar de su arrogancia, de su inexactitud en los datos, aparente impaciencia y demás defectos. Quizás provoca en muchos querer apoyarlo para que destrabe la política nacional, mágicamente extendiendo su forma de lograr riqueza personal a todos. Quizás sienten la necesidad de seguirlo tal como instintivamente se sigue de forma irracional al “hombre fuerte” para que restablezca la confianza, la seguridad, la riqueza y el orden.  Pero peligrosamente se pasa por alto que felicita a autócratas en el mundo o que directa o implícitamente amenaza a poblaciones enteras, o que podría muy “suelto de huesos” incumplir con tratados internacionales vigentes o quizás – para algarabía de muchos nacionalistas rusos - abandonar a su suerte a países miembros de la OTAN. Quizás muchos seguidores aún pasan por alto el haber sido públicamente considerado por el ex director de la CIA León Panetta como una persona inadecuada para dirigir los destinos del país desde los puntos de vista estratégicos, psicológicos y geopolíticos.


Por otro lado, quienes votarían por la candidata del Partido demócrata Hillary Clinton (a pesar de sus errores conocidos por haber estado asociada ya demasiado tiempo con un sistema político en decadencia) por lo general serían personas “más racionales”, de pensamiento más cauto y moderno y – según mencionan encuestas en CNN y otros medios – personas con un mayor nivel de educación…liberales más sopesados y pensantes. Pero muchas de ellas apoyan a Hillary hoy no solo porque la opción republicana sería impensable para su pensamiento crítico más desarrollado sino porque una gran parte ya había apoyado al candidato Bernie Sanders, alguien realmente más cercano a la política e ideales que una vez hicieron del Partido Demócrata el partido de la gente común; el partido que bajo Franklin Delano Roosevelt se opuso a monopolios, oligopolios y a los excesos cíclicos de una oligarquía que llevó a la nación estadounidense a la Gran Depresión de los años 20 y 30 del Siglo XX.


Sin embargo en el discurso de Sanders también se nota otra expresión bastante poderosa de un deseo de cambio radical y, tal como se menciona en el artículo del The Economist, él y Trump aproximadamente coinciden en una postura anti “free trade”. En eso se parece Sanders a Trump pero la tendencia hacia el unilateralismo asociada al “no free trade” estaría en realidad más asociada a lo que se podría denominar una “visión conservadora autócrata y auto mítica” de Donald Trump. Es que el revisionismo socialista democrático más racional (y quizás incipientemente post racional pero no pre-racional) de Sanders desde una perspectiva posmoderna más inclusiva (abordando los problemas de la globalización y de cómo está organizado el “free trade” actualmente) surge desde otro patrón psicológico. No hay que confundir el impulso egoico pre-racional de Trump que apela a frustraciones con el impulso humanitario racional clásico - post-racional clásico (o quizás incipientemente supra racional) de Sanders.


Sería un relativamente vasto segmento de personas psicológicamente conservadoras y con la necesidad de mitificar líderes y doctrinas, bajo una gran necesidad de vivir bajo un alto nivel de estructura y predictibilidad externamente impuesta. Y serían ellas  quienes se estarían volviendo hoy en día más efectivas en su elección de políticos reaccionarios utilizando los medios democráticos modernos para imponer su elección anti liberal. Ellas ante la decadencia de las instituciones, de la pérdida de “poder” y “prestigio”, al percibir que su sociedad ya no se rige  regida bajo un único set de valores arcaicos y sintiendo una imperante necesidad psicológica de vivir bajo un orden externo clara (y hasta forzosamente) estructurado estarían apoyando políticas pre-modernas y pre-liberales aunque estas resulten ser esencialmente anti democráticas y anti constitucionales.


Estaríamos hablando de una mega tendencia no solo por lo que estamos viendo hoy en Estados Unidos sino más activa en el mundo y por la cual, si es estas personas se mueven en un ámbito social en el cual su auto identidad se basa principalmente en un grupo étnico o en un sentir nacionalista estaríamos hablando de la generación de expresiones neo fascistas mientras que si se mueven en un ámbito social en el cual su auto identidad se basa  principalmente en una fe religiosa estaríamos hablando de expresiones extremistas religiosas anti sistema. Inclusive en algunos casos podríamos hablar de regresiones hacia jerarquías políticas de derecha o de izquierda mitificadas de forma pre-moderna. Un gran porcentaje de la población mundial estaría apta para unirse a estas y otras expresiones extremistas apenas se den las condiciones sociales o la oportunidad.


Y no solo sería la crisis del modelo civilizatorio sino la crisis de la inadaptación a la complejidad, aunada a la confusión de valores y a sistemas económicos y políticos menos funcionales como para sustentar o llevar a un nivel superior a los ideales liberales-democráticos en un mundo que crecientemente funciona bajo parámetros organizativos no lineales, donde la democracia representativa fácilmente se entrampa bajo un etos de cinismo e intereses personales o por presiones sociales donde un excesivo número de “actores” o voces políticas empoderadas por la misma democracia moderna no coordinan bien entre sí.      


Por ello hay que crear algo distinto, mejor. La siguiente etapa cultural, política y ética más sana liberadora y comprehensiva que aporte claridad a quienes no pueden vivir en la ambigüedad pero que afiance y perfeccione los logros del liberalismo más sano.


La continuación de posiciones opuestas intransigentes llevaría a la proliferación de un orden local impuesto por mafias grandes o pequeñas de todo tipo, visiones exclusivistas institucionalizadas o no pero tratando de llegar al poder o de aprovecharse de las libertades que brindan los sistemas legales y liberales, democráticos y modernos, sea (según el nivel de conciencia) por razones ideológicas en aras del bien común (pero bajo perspectivas disfuncionales) o por razones netamente personalistas y egoístas. Según la Teoría Integral evolucionista estaríamos ante un choque entre personas que han asumido distintas ideologías y valores pero que en realidad más específicamente sería un choque entre ideologías y valores contrapuestos pero propios de un mismo nivel de conciencia (de una forma general de valorar, comprender, auto identificarse y sentir) “mítico-pre-moderno” por el cual (ante nuevas oportunidades coyunturales que lo hacen permisible) muchas personas desencantadas con la falta de sencillez, claridad y orden reaccionan como partícipes políticamente influyentes al sentirse que la respuesta se haya en diversos extremismos.


 Al ser naturalmente más igualitarios, permisivos e inclusivos de la participación ciudadana general, los sistemas políticos democráticos modernos (que requieren de ciudadanos responsables, tolerantes y pluralistas) estarían hoy siendo “arrebatados” por individuos ávidos de soluciones rápidas pero incapaces de aportar hacia un estadio de desarrollo cultural, político y valorativo más complejo; incapaces de fortalecer lo mejor de la modernidad y aportar hacia etapas de desarrollo personal y cultural superiores y más inclusivos de los mejores aspectos de la modernidad y de la posmodernidad. Dicho de otro modo, muchas personas que aún necesitan ser lideradas de forma caudillista y que viven bajo la necesidad de sostener sistemas de vida definidos (pero  asimismo más verticales y exclusivistas) deberían dar un salto primero hacia un modo sano de precisar la modernidad para no poner la evolución cultural en peligro activando una mayor polarización uniéndose a causas utópicas regresivas. 


 A largo plazo, mayores segmentos de la humanidad se han incorporado a sistemas políticos y culturales que han mejorado muchos aspectos de la vida humana. La tendencia general aún es la de seguir “evolucionando” hacia una etapa política y cultural posmoderna y posteriormente integral o integralista. En las etapas posmoderna e integralista se reconocerían las contribuciones de pueblos que no han seguido la evolución cultural occidental. En realidad en la etapa  integralista no solo se reconocerían todas las sabidurías, métodos y descubrimientos integrables más importantes de cada etapa y tipo de cultura y sino que se podría generar una civilización planetaria más coherente y sinérgica en base al descubrimiento meta conceptual de cómo podrían estas sabidurías, métodos y descubrimientos enlazarse de forma coherente aunque hoy parecen existir bajo premisas epistemológicas dispares.


Así como vemos en el contexto actual que muchas personas en estadios de desarrollo psicológico pre-moderno se hayan dispuestas a apoyar a candidatos con políticas regresivas, otro gran segmento de la población mundial ya se haya actitudinal, valorativa y conscientemente en un modo de existencia personal moderno y (en menor número) en el posmoderno que es aún más igualitario y tolerante. También ya existiría un incipiente porcentaje de personas capaces de un modo de vida integralista. La división política que menciona el artículo de The Economist habría sido causada por el ingreso a una participación política más agresiva de un segmento de la población con actitudes pre-modernas pero podría ser contrarrestado para que la población mundial continúe su proceso evolutivo armonizando con todos los niveles evolutivos anteriores.   


Lo que hay que hacer es primero difundir una educación cívica y de valores para gradualmente construir una sociedad de personas con valores modernos, evolucionando hacia valores sanamente posmodernos e integrales y sobre esa base ayudar a que una mayor proporción de la población evolucione no solo para ser dignos ciudadanos de instituciones más tolerantes y modernas sino para que también logren trascender el nivel moderno clásico ayudando a construir el siguiente.  Y conceptualmente hay que crear sistemas políticos y  económicos más funcionales para que las personas que aún necesitan vivir con mayor estructura y poca ambigüedad se sientan seguras. Quizás los experimentos en democracia directa mencionados por Alan Watkins e Iman Stratenus autores del libro “Crowdocracy: The End of Politics” puedan aplicarse con éxito y sirvan para incluir de forma constructiva a la mayoría de las personas en diferentes estadios de desarrollo. Un lema de esta aproximación (que se traduciría algo así como como “multicracia” o “multitudcracia”) es que “ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros juntos”.   Sugiero que al respecto lean sobre los experimentos en decisión colectiva y sobre la creación de políticas de forma colectiva en obras como las de la profesora Helen Landernore “Democratic Reason: Politics, Collective Intelligence and the Rule of the Many” publicado en 2013 por Princeton University Press.