Monday, August 1, 2016

POLARIZACIONES REGRESIVAS ACTUALES Y TENDENCIAS EVOLUTIVAS

La prestigiosa revista The Economist  (generalmente sobria y conservadora  en relación a la economía y situación mundial) es conocida por su carácter analítico y generalmente no pretende anunciar grandes cambios de dirección. Pero en su edición del 30 de julio al 5 de agosto de 2016, bajo el artículo “The New Political Divide” (La Nueva División Política) básicamente advierte que hay un peligro para la civilización. Se refiere a la marcada brecha que está surgiendo gracias a dos megas tendencias políticas: Una hacia la tolerancia, el pluralismo, el globalismo y el multilateralismo propia del liberalismo original (que “The Economist” básicamente defiende) y otra hacia elegir un rumbo proteccionista, nacionalista, exclusivista y unilateral (además de muy probablemente xenófobo).


El artículo no solo se refiere a la posición declaradamente “americanista y anti globalista” de Donald Trump, candidato a la presidencia de Estados Unidos Donald Trump. También nos indica que hay similares desarrollos políticos en países como Hungría, Polonia, Rusia, Francia y  Gran Bretaña.  Y advierte que si el conservador francés Le Pen llegara a la presidencia, la Unión Europea podría desmembrarse. En realidad para la línea editorial del The Economist - generalmente a favor de la globalización y del libre comercio – la postura anti “free trade” (anti libre comercio) expresada por Donald Trump (hoy un outsider infiltrado dentro del Partido Republicano) podría ser tan preocupante como la postura anti “free trade” del ex candidato demócrata a la presidencia de Estados Unidos Bernie Sanders. Esta similitud la reconoce “The Economist” pero las razones por las que cada cual emitiría expresiones contra el libre comercio tal como lo conocemos hoy serían muy distintas.


Por un lado, Donald Trump sería un personaje por el que actualmente en Estados Unidos (según encuestadores en el programa Oppenheimer Presenta) estarían dispuestos a votar una mayoría de la población blanca pero principalmente los poseedores de un bajo nivel de educación, un segmento poblacional que es parte de la mayoría. Por eso mismo (como se también se especuló en un reciente programa del periodista Andrés Oppenheimer) el candidato Trump tampoco parecería estar muy interesado en el voto de origen latino o afro americano. Sin embargo tampoco sus inexactas declaraciones y estadísticas ni sus insinuaciones xenofóbicas o metidas de pata en cuanto a la geopolítica parecería importar o tener serias consecuencias entre sus seguidores ya que, por lo visto, se hayan más inspirados por la emoción que por la razón.


Quizás (como indica un reciente artículo del New York Times del 15 de julio del 2016) “A Cure for Trumpism” estemos tratando con un “culto a la personalidad” dentro de un partido de conservadores que hoy en día no solo depende de “los ricos” sino que ha atraído  más que antes también a personas de clases sociales menos pudientes. Quizás hayan sido atraídos y radicalizados por movimientos como el “Tea Party” que apela a una visión estadounidense fuerte, imponente, menos analítica, contestataria y unilateral. Quizás el vuelco del Partido Demócrata hacia la derecha además de su timidez para decir las cosas claramente junto con el nuevo poder de influencia religiosa fundamentalista atractivo para las clases menos educadas hayan también atraído a personas menos pudientes y educadas a las filas del Partido Republicano.  Pero creo que hay una tendencia más amplia en todo esto. Creo que estamos viendo una serie de respuestas a la menor efectividad de los valores, conceptos e instituciones actuales que deben evolucionar adaptándose a una situación mundial mucho más entrelazada o “compleja”.     


Pareciera que ante la falta de respuesta o la relativa apatía de demócratas liberales vastos segmentos de personas con un perfil psicológico intolerante a la ambigüedad se estaría volcando hacia soluciones extremistas según el medio social donde viven. ¿Será Trump una nueva versión del sentir conservador buscando dirección y respuestas? Pero este sería un sentir atávico y más primitivo, algo ya casi exclusivamente pre-racional reemplazando a un Partido Republicano que se habría reorganizado como servil a la gran empresa después de la Guerra Civil.


 ¿Será el “fenómeno Trump” que asusta a los republicanos hoy ya “tradicionales” una versión que también trata de superar al igualmente cuestionado “Tea Party”, facción extremista conocida por su polarización y contagiosa intransigencia siempre bloqueadora de iniciativas demócratas progresistas? ¿Se tratará de una reacción conservadora por el hartazgo ante un gobierno entrampado además del temor por la situación terrorista internacional más un etos militarista lo que hace atractivo percibir a Trump como alguien que habla directamente a las emociones primarias? ¿será que los menos educados se han cansado del discurrir intelectual sin soluciones que tradicionalmente han ofrecido los partidos antes? ¿Será que alguien que habla concisamente a la frustración frente a un “sueño americano” casi perdido puede tener tanto éxito simplemente al echar la culpa y polarizar ventralmente con respuestas fáciles frente a personas cuyos sueldos reales se han visto congelados por años (debido a políticas que han desmantelado el “New Deal” y el sindicalismo de FD Roosevelt, asimismo  permitiendo la toma de control plutocrático de casi toda la clase política, junto a una financialización de la economía bajo fundamentos ficticios, transfiriendo salarios a una clase exclusiva poco productiva, contribuyendo a su capitalización y  liberación de impuestos (por ende a una riqueza efectiva) a ese menos del 1% de la población? ¿Serán capaces de elegir a alguien que podría hacerles más daño?


El hecho que Trump sea sumamente rico y famoso por herencia, contexto y destreza para “ganar a como dé lugar” además de haber estado presente en el imaginario público por sus escándalos, sus casinos, sus bancarrotas, sus líos legales y hasta por su programa de cable/televisión “The Apprentice” lo convierte hoy (en circunstancias políticas polarizadas en las cuales los partidos tradicionales no coordinan) en alguien a quien ven como un ganador que llega para rescatarlos, en una promesa para un futuro más libre. Rico, seguro y dominante. Es  el líder “triunfante” que muchos querrían ser; alguien que en el imaginario podría manejar bien las cosas a pesar de su arrogancia, de su inexactitud en los datos, aparente impaciencia y demás defectos. Quizás provoca en muchos querer apoyarlo para que destrabe la política nacional, mágicamente extendiendo su forma de lograr riqueza personal a todos. Quizás sienten la necesidad de seguirlo tal como instintivamente se sigue de forma irracional al “hombre fuerte” para que restablezca la confianza, la seguridad, la riqueza y el orden.  Pero peligrosamente se pasa por alto que felicita a autócratas en el mundo o que directa o implícitamente amenaza a poblaciones enteras, o que podría muy “suelto de huesos” incumplir con tratados internacionales vigentes o quizás – para algarabía de muchos nacionalistas rusos - abandonar a su suerte a países miembros de la OTAN. Quizás muchos seguidores aún pasan por alto el haber sido públicamente considerado por el ex director de la CIA León Panetta como una persona inadecuada para dirigir los destinos del país desde los puntos de vista estratégicos, psicológicos y geopolíticos.


Por otro lado, quienes votarían por la candidata del Partido demócrata Hillary Clinton (a pesar de sus errores conocidos por haber estado asociada ya demasiado tiempo con un sistema político en decadencia) por lo general serían personas “más racionales”, de pensamiento más cauto y moderno y – según mencionan encuestas en CNN y otros medios – personas con un mayor nivel de educación…liberales más sopesados y pensantes. Pero muchas de ellas apoyan a Hillary hoy no solo porque la opción republicana sería impensable para su pensamiento crítico más desarrollado sino porque una gran parte ya había apoyado al candidato Bernie Sanders, alguien realmente más cercano a la política e ideales que una vez hicieron del Partido Demócrata el partido de la gente común; el partido que bajo Franklin Delano Roosevelt se opuso a monopolios, oligopolios y a los excesos cíclicos de una oligarquía que llevó a la nación estadounidense a la Gran Depresión de los años 20 y 30 del Siglo XX.


Sin embargo en el discurso de Sanders también se nota otra expresión bastante poderosa de un deseo de cambio radical y, tal como se menciona en el artículo del The Economist, él y Trump aproximadamente coinciden en una postura anti “free trade”. En eso se parece Sanders a Trump pero la tendencia hacia el unilateralismo asociada al “no free trade” estaría en realidad más asociada a lo que se podría denominar una “visión conservadora autócrata y auto mítica” de Donald Trump. Es que el revisionismo socialista democrático más racional (y quizás incipientemente post racional pero no pre-racional) de Sanders desde una perspectiva posmoderna más inclusiva (abordando los problemas de la globalización y de cómo está organizado el “free trade” actualmente) surge desde otro patrón psicológico. No hay que confundir el impulso egoico pre-racional de Trump que apela a frustraciones con el impulso humanitario racional clásico - post-racional clásico (o quizás incipientemente supra racional) de Sanders.


Sería un relativamente vasto segmento de personas psicológicamente conservadoras y con la necesidad de mitificar líderes y doctrinas, bajo una gran necesidad de vivir bajo un alto nivel de estructura y predictibilidad externamente impuesta. Y serían ellas  quienes se estarían volviendo hoy en día más efectivas en su elección de políticos reaccionarios utilizando los medios democráticos modernos para imponer su elección anti liberal. Ellas ante la decadencia de las instituciones, de la pérdida de “poder” y “prestigio”, al percibir que su sociedad ya no se rige  regida bajo un único set de valores arcaicos y sintiendo una imperante necesidad psicológica de vivir bajo un orden externo clara (y hasta forzosamente) estructurado estarían apoyando políticas pre-modernas y pre-liberales aunque estas resulten ser esencialmente anti democráticas y anti constitucionales.


Estaríamos hablando de una mega tendencia no solo por lo que estamos viendo hoy en Estados Unidos sino más activa en el mundo y por la cual, si es estas personas se mueven en un ámbito social en el cual su auto identidad se basa principalmente en un grupo étnico o en un sentir nacionalista estaríamos hablando de la generación de expresiones neo fascistas mientras que si se mueven en un ámbito social en el cual su auto identidad se basa  principalmente en una fe religiosa estaríamos hablando de expresiones extremistas religiosas anti sistema. Inclusive en algunos casos podríamos hablar de regresiones hacia jerarquías políticas de derecha o de izquierda mitificadas de forma pre-moderna. Un gran porcentaje de la población mundial estaría apta para unirse a estas y otras expresiones extremistas apenas se den las condiciones sociales o la oportunidad.


Y no solo sería la crisis del modelo civilizatorio sino la crisis de la inadaptación a la complejidad, aunada a la confusión de valores y a sistemas económicos y políticos menos funcionales como para sustentar o llevar a un nivel superior a los ideales liberales-democráticos en un mundo que crecientemente funciona bajo parámetros organizativos no lineales, donde la democracia representativa fácilmente se entrampa bajo un etos de cinismo e intereses personales o por presiones sociales donde un excesivo número de “actores” o voces políticas empoderadas por la misma democracia moderna no coordinan bien entre sí.      


Por ello hay que crear algo distinto, mejor. La siguiente etapa cultural, política y ética más sana liberadora y comprehensiva que aporte claridad a quienes no pueden vivir en la ambigüedad pero que afiance y perfeccione los logros del liberalismo más sano.


La continuación de posiciones opuestas intransigentes llevaría a la proliferación de un orden local impuesto por mafias grandes o pequeñas de todo tipo, visiones exclusivistas institucionalizadas o no pero tratando de llegar al poder o de aprovecharse de las libertades que brindan los sistemas legales y liberales, democráticos y modernos, sea (según el nivel de conciencia) por razones ideológicas en aras del bien común (pero bajo perspectivas disfuncionales) o por razones netamente personalistas y egoístas. Según la Teoría Integral evolucionista estaríamos ante un choque entre personas que han asumido distintas ideologías y valores pero que en realidad más específicamente sería un choque entre ideologías y valores contrapuestos pero propios de un mismo nivel de conciencia (de una forma general de valorar, comprender, auto identificarse y sentir) “mítico-pre-moderno” por el cual (ante nuevas oportunidades coyunturales que lo hacen permisible) muchas personas desencantadas con la falta de sencillez, claridad y orden reaccionan como partícipes políticamente influyentes al sentirse que la respuesta se haya en diversos extremismos.


 Al ser naturalmente más igualitarios, permisivos e inclusivos de la participación ciudadana general, los sistemas políticos democráticos modernos (que requieren de ciudadanos responsables, tolerantes y pluralistas) estarían hoy siendo “arrebatados” por individuos ávidos de soluciones rápidas pero incapaces de aportar hacia un estadio de desarrollo cultural, político y valorativo más complejo; incapaces de fortalecer lo mejor de la modernidad y aportar hacia etapas de desarrollo personal y cultural superiores y más inclusivos de los mejores aspectos de la modernidad y de la posmodernidad. Dicho de otro modo, muchas personas que aún necesitan ser lideradas de forma caudillista y que viven bajo la necesidad de sostener sistemas de vida definidos (pero  asimismo más verticales y exclusivistas) deberían dar un salto primero hacia un modo sano de precisar la modernidad para no poner la evolución cultural en peligro activando una mayor polarización uniéndose a causas utópicas regresivas. 


 A largo plazo, mayores segmentos de la humanidad se han incorporado a sistemas políticos y culturales que han mejorado muchos aspectos de la vida humana. La tendencia general aún es la de seguir “evolucionando” hacia una etapa política y cultural posmoderna y posteriormente integral o integralista. En las etapas posmoderna e integralista se reconocerían las contribuciones de pueblos que no han seguido la evolución cultural occidental. En realidad en la etapa  integralista no solo se reconocerían todas las sabidurías, métodos y descubrimientos integrables más importantes de cada etapa y tipo de cultura y sino que se podría generar una civilización planetaria más coherente y sinérgica en base al descubrimiento meta conceptual de cómo podrían estas sabidurías, métodos y descubrimientos enlazarse de forma coherente aunque hoy parecen existir bajo premisas epistemológicas dispares.


Así como vemos en el contexto actual que muchas personas en estadios de desarrollo psicológico pre-moderno se hayan dispuestas a apoyar a candidatos con políticas regresivas, otro gran segmento de la población mundial ya se haya actitudinal, valorativa y conscientemente en un modo de existencia personal moderno y (en menor número) en el posmoderno que es aún más igualitario y tolerante. También ya existiría un incipiente porcentaje de personas capaces de un modo de vida integralista. La división política que menciona el artículo de The Economist habría sido causada por el ingreso a una participación política más agresiva de un segmento de la población con actitudes pre-modernas pero podría ser contrarrestado para que la población mundial continúe su proceso evolutivo armonizando con todos los niveles evolutivos anteriores.   


Lo que hay que hacer es primero difundir una educación cívica y de valores para gradualmente construir una sociedad de personas con valores modernos, evolucionando hacia valores sanamente posmodernos e integrales y sobre esa base ayudar a que una mayor proporción de la población evolucione no solo para ser dignos ciudadanos de instituciones más tolerantes y modernas sino para que también logren trascender el nivel moderno clásico ayudando a construir el siguiente.  Y conceptualmente hay que crear sistemas políticos y  económicos más funcionales para que las personas que aún necesitan vivir con mayor estructura y poca ambigüedad se sientan seguras. Quizás los experimentos en democracia directa mencionados por Alan Watkins e Iman Stratenus autores del libro “Crowdocracy: The End of Politics” puedan aplicarse con éxito y sirvan para incluir de forma constructiva a la mayoría de las personas en diferentes estadios de desarrollo. Un lema de esta aproximación (que se traduciría algo así como como “multicracia” o “multitudcracia”) es que “ninguno de nosotros es tan inteligente como todos nosotros juntos”.   Sugiero que al respecto lean sobre los experimentos en decisión colectiva y sobre la creación de políticas de forma colectiva en obras como las de la profesora Helen Landernore “Democratic Reason: Politics, Collective Intelligence and the Rule of the Many” publicado en 2013 por Princeton University Press.



No comments:

Post a Comment

Note: Only a member of this blog may post a comment.