Wednesday, August 10, 2016

Comentarios sobre "ILLIBERALISMO" de Sohrab Ahmari: ¿Qué Pasa en el Mundo Hoy?

Pienso que el Sr. Sohrab Ahmari es uno de los más lúcidos analistas geopolíticos de la actualidad. Su reciente artículo titulado “Illiberalism: The Worldwide Crisis” (Iliberalismo: La Crisis Alrededor del Mundo) publicada en Commentary Magazine me lleva a pensar que, aunque se han dado importantes mejoras respecto a libertades civiles, la nutrición, la salud pública, la educación y la reducción de la pobreza gracias a los aspectos positivos asociados al pensamiento racional moderno, su etos y forma de organizar la sociedad, realmente parece haber una ascendencia temporal de “hombres fuertes” como líderes semi fascistas  poniendo a prueba los principios democráticos liberales variando en estilo según sus contextos regionales o locales. Esta situación podría realmente ser una importante prueba que los actuales y futuros líderes democráticos deben afrontar.


A medida que los demócratas liberales van adquiriendo características y valores posmodernos; a medida que se vuelven más tolerantes de las diferencias, naturalmente su pasión por batallar contra la injusticia se modera y muchos tienden a volverse débiles defensores de la democracia liberal y de valores propios a ella como la tolerancia, el pluralismo, la igualdad ante la ley y la libertad individual con responsabilidad. Y por no defender lo mejor de los valores modernos su sistema (nuestro sistema) y la evolución de tal sistema podría peligrar.  

La transición creativa hacia una etapa más inclusiva pero sanamente organizada y funcional (una etapa integrativa) podría peligrar. Es justamente durantes las crisis de transición a sistemas políticos y económicos más evolucionados que hay saber preservar lo mejor de las etapas anteriores para que - llegado un momento de bifurcación - la reorganización sea compleja-constructiva y no regresiva-destructiva. debemos salvar lo mejor de la democracia liberal en términos de principios éticos, descubrimientos, métodos y aplicaciones propios a la etapa de desarrollo político-cultural normalmente conocida como “la modernidad.


Naturalmente, en medio del debilitamiento de las instituciones modernas, esta combinación de excesiva apertura posmoderna con frecuencia relativizando valores e ideas, abriéndose hacia todos sin criterio ni comparación crítica, además del excesivo cuestionamiento de todas las ideas y valores modernos en plena decadencia institucional, es aprovechado por personas excesivamente conservadoras (basadas en un SENTIR pre-moderno). 

Esta situación genera un contragolpe opuesto al espíritu progresista que busca superar los errores de la modernidad y aparecen líderes que ofrecen soluciones simples, directas, típicamente excluyentes, quizás étnicas y/o híper nacionalistas; soluciones populistas y políticamente atractivas para muchos pero (aunque a veces disfrazadas de modernidad) propias de una era anterior más intolerante; soluciones quizás temporalmente seductoras pero muy inadecuadas para lograr crear un nuevo sistema y creativamente adaptarnos a la situación de híper interconexión y complejidad actual. Por ello no solo se podría generar una complicación contra la evolución de las democracias liberales sino también regresiones patológicas tales como (por motivos de seguridad) un uso de la tecnología en forma esclavizante.

En estos avatares (en el caso de Estados Unidos) podríamos ver cómo surgen candidatos "outsiders" como Donald Trump que de muchas formas pueden ser considerados como "conservadores" y parte de una manera de pensar "tradicional" y hasta "autócrata" pero que ahora simultáneamente retan a un sistema político amañado por grandes intereses corporativos logrando así el apoyo del sentir de grandes porcentajes de mayorías frustradas.   

Pero, en contraste con una reacción conservadora ante la decadencia del sistema político moderno en Estados Unidos, también podemos observar una reacción posmoderna a la decadencia de un sistema que antes tenía instituciones un tanto más compatibles con los estándares democráticos liberales modernos. Un ejemplo de ello es el surgimiento de Bernie Sanders quien - aunque fungió por mucho años como senador dentro del "Establishment" - simultáneamente siempre estuvo fuera del mismo por promover el socialismo democrático. Interesantemente, según el analista político Jeff Salzmann (guiado por la Teoría Integral), Sanders es una influencia evolutiva necesaria moviendo la cultura política estadounidense más allá del conservadurismo y de la modernidad, legitimando las aplicaciones políticas posmodernas. 

Jeff Salzmann y Ken Wilber así como otros analistas basados en la Teoría Integral proponen que tanto en Estados Unidos como en los demás estados-nación coexisten distintas voces políticas cuyas premisas, métodos, agrupaciones ideológicas y valores se alinean de forma específica con distintas etapas de conciencia (frecuentemente denominadas etapa "mítica-premoderna", etapa "moderna-racional", etapa "posmoderna-igualitaria" y la incipiente etapa "integral" o "integralista"). Entender este factor que nos indica que realmente vivimos en mundos interpretativos muy distintos es una clave para entender la situación política no solo en Estados Unidos sino en todos los estados-nación además de geopolíticamente y (aunque aunque aún a muchos les suene como apócrifo o tabú...exopolíticamente).   

En los Estados Unidos (y esto se aplica tanto para candidatos en el Partido Demócrata como para candidatos en el Partido Republicano), realmente han habido demasiados años en los cuales muchas grandes corporaciones, industrias, sus lobbies e intereses especiales han donado de forma consistente grandes sumas de dinero así como realizado denodados esfuerzos para influir sobre el parlamento y en la política local. Más aún, bajo esta situación y debido al contexto geopolítico actual lleno de grandes retos como el terrorismo descentralizado, y para dar una imagen creíble y realística de fuerza, la "izquierda" a adoptado más posiciones de la derecha, pareciéndose a cómo era la derecha hace varias décadas.     


La situación se complica aún más porque frecuentemente se confunde a la democracia liberal con la permisividad actual respecto a las grandes corporaciones y con su financialización neoliberal (una distorsión del capitalismo) que lleva a la conformación de grandes desigualdades, mafias y oligopolios, lo cual claramente no fueron las intenciones de pensadores como Adam Smith cuyas ideas frecuentemente se mal interpretan y distorsionan ya que él también luchó por la justicia social.  


La situación también se complica porque las personas funcionando psicológicamente en una etapa de desarrollo “pre-integral “cree que su forma de pensar es exclusivamente la mejor por lo que su misión puede volcarse a intentar utilizar cualquier medio (democrático o no) para cambiar la sociedad y/o para llegar al poder. Incluso los últimos mencionados no solo podrían temporalmente confundir y motivar a tradicionalistas conservadores sino también representar un sentir y forma de interpretar la realidad no solo de naturaleza premoderna sino también pre-moderna y además pre-tradicionalista, en una forma de entendimiento que en Teoría Integral se le llama una “altitud roja” en la cual valores conservadores constructivos como la humildad, la fe, la tradición y el servicio al bien común no serían prioritarios sino que básicamente sujetos al poder más crudo y a la autoridad que lo ostenta.    


En términos de sentimientos que rigen la voluntad, la decisión y la acción, muchos individuos de sentimientos y auto identidades excesivamente conservadoras y premodernas adoptan ideologías culturales locales conocidas con las que se sienten más cómodos, ideologías que informan y refuerzan sus convicciones previas o nuevas en cuanto a que coinciden con el nivel de interpretación de la realidad y desarrollo en el que se hallan principalmente situados.  Y sus auto-identidades son parte de esto. Por ello, actualmente intentan utilizar estas ideologías (que en niveles de desarrollo pre-integrales se convierten en doctrinas) para intentar restablecer un orden personal y social significativo en medio de un mundo complejo agitado con menos certezas culturales compartidas.


Utilizando conceptos de la Teoría Integral de Ken Wilber (una meta teoría integrativa post posmoderna), pienso que esta situación podría en parte estar relacionada con el hecho que la política liberal moderna ortodoxa tampoco está a la altura del reto presentado por un nivel de complejidad sistémica sin precedentes, un mundo muy distinto de cómo era la situación cuando las democracias liberales se afianzaron para retar reinos, imperios, sistemas coloniales y otras autocracias anteriores.

  
Hoy parece que la mayoría de los líderes democráticos aún no han reconocido la necesidad de su propia evolución, elevando sus mentes y actitudes hacia una etapa de auto identidad y conceptualización meta sistémica e integrativa, necesariamente más “matizada” o sofisticada. Al contrario, en su proceso evolutivo actual en el cual muchos están transicionando a una postura posmoderna o propia de la modernidad tardía en la cual se cuestiona aspectos de la modernidad (una etapa intermedia necesaria), las voces democráticas liberales influyentes podrían estarse debilitando en el sentido de estar tímidamente adaptándose demasiado a lo “políticamente correcto” no siendo así  capaces de liderar una clara y resonante defensa de la democracia liberal. Esto tendría la consecuencia de empoderar, envalentonar y permitir que otras personas ocupen el vacío de sentido que se forma. Daría cabida a que individuos egocéntricos, autoritarios y obstinados con sensibilidades y sentimientos pre-modernos   se vuelvan mucho más efectivos exacerbando grandes grupos humanos hacia ‘soluciones’ contemporáneas de carácter retrógrado. Ellos resuenan con los sentimientos de grandes segmentos de la población al simplemente prometer un resurgimiento (tanto imaginario como parcialmente real) de “los días de un pasado glorioso”, exacerbando identidades nacionalistas, étnicas y religiosas en los Estados Unidos, en diversos países de Europa, en el Medio Oriente y en otros lugares.   


En el artículo de Ahmari no solo se hace referencia a los Estados Unidos bajo el fenómeno del “Trumpismo” sino también se menciona que variantes del mismo fenómeno están ocurriendo en países como Francia, Hungría, Italia, el Reino Unido, España, Polonia, la Filipinas y hasta Kenia sin dejar de mencionar a Turquía, a las represiones de libertades políticas en Irán y en la mayoría de los países árabes que en 2010-2011 vivieron el conato de la “Primavera Árabe”. 


Muchos “hombres fuertes” neo fascistas (prometen una resurgencia nacionalista pero son sui generis en relación a sus contextos locales) podrían haber aprendido estrategias cínicas aptas para utilizar los sistemas democráticos bajo el amparo del sentido que rige la práctica de la política internacional y las teorías políticas modernas que asimismo casi siempre enfatizan lo maquiavélico, con una lógica retransmitida por escuelas “realistas” de política internacional que implícita o explícitamente hacen alusión a  “ganadores y perdedores”.  Esta forma de pensar “racionalmente” enfatizando el bienestar propio inclusive por sobre el de los demás. Además de eso, los pobres ejemplos dados al imaginario social por los oligopolios gradualmente tomando control de la política para su propio beneficio en países como Estados Unidos, en particular desde los años 80’ puede haber generado aún más cinismo en muchos que aspiran a convertirse en líderes políticos.


Su política en realidad es pre-moderna en cuanto a sus identidades y sensibilidades y en cuanto a que se apodera de los sistemas democráticos modernos por medio de estrategias que incitan sentimientos como los causados por la frustración del estancamiento económico, temores en cuanto a la seguridad, la invasión de inmigrantes extranjeros y una carencia de opciones liberal-democráticas claramente transmitidas. Lo suyo es una llamada al poder Nietzscheano pre-racional complementando una necesidad de creer y ocurre en medio de un exceso de información que no puede ser procesada adecuadamente sin funcionar bajo un cierto nivel básico de cognición, ética, conciencia y marco teórico  integrativo bien establecidos.


Y esto ocurre junto a una carencia emocional de certezas. Es un llamado a la “voluntad de poder” ofrecida a individuos probablemente con niveles de desarrollo subjetivamente pre-modernos y/o incipientemente “modernos” (en cuanto a sus identificaciones, narrativas interiorizadas, cosmologías y sentimientos). Es un llamado menos que racional al poder y empoderamiento ofrecido ante un nuevo conjunto de complejidades ante el cual los líderes democráticos liberales y sus fundamentos ideológicos e institucionales deben adaptarse y elevarse para así poder enfrentar el reto con éxito.


Creo que existe un serio reto contra la progresiva continuidad de la civilización, una civilización moderna que debería superarse preservando lo positivo de sus logros pero de forma menos dicotómica e hiriente. Los líderes culturales y políticos realmente modernos y democráticos deben evolucionar y estar a la altura de la situación híper compleja del mundo de hoy, situación por la cual nuevos líderes fascistas utilizando procesos democráticos están en aumento.  Deben sacudirse del cinismo y timidez y claramente defender los principios de la democracia liberal mientras evolucionan para co-crear sistemas políticos integrativos aún más democráticos y capaces de cumplir con las demandas actuales, ofreciendo soluciones viables que puedan efectivamente reemplazar reveses hacia soluciones premodernas.


Realmente parece existir una crisis civilizatoria cuando los principios de la democracia son puestos a prueba por una resurgencia de sentimientos y líderes pre-modernos utilizando medios democráticos (ante la impasibilidad y “zombificación” de muchos) para llegar a posiciones de poder desde los cuales pueden cambiar todo. Necesitamos expandir nuestro rango de ideas para salvar a la modernidad que es necesaria para llegar a la siguiente etapa más sana. Y (como se sugiere en Teoría Integral) necesitamos trascender esta modernidad sin destruirla. 


Verdaderamente necesitamos evolucionar y construir una modernidad “integrativa” y “compleja” salvando el progreso de la civilización que nos ha puesto en contacto a nivel planetario; pero hay que incluir otras sabidurías sanas y constructivas de orígenes que no son ni modernos ni occidentales, sabidurías también erróneamente suprimidas por el excesivo fanatismo con formas rígidas de lo moderno. En el pensamiento, el sentir y la praxis integrativa hay suficiente 'espacio' para esto.  


Quizás los líderes y políticos modernos ingresando en su fase de cuestionamiento posmoderno deben tener en cuenta la importancia fundamental de defender los principios liberales más básicos sin los cuales no tendrían la libertad (y quizás los medios cognitivos) para pensar y cuestionar algunas de sus certezas previas. 


Quizás pensadores integrativos post posmodernos también necesitan enfatizar más el aspecto inclusivo de su pauta orientadora que exhorta a “trascender e incluir”, esto es, a trascender etapas previas pero incluyendo sus métodos y descubrimientos”. De esta forma se podría rescatar y valorar verdades injustamente suprimidas armonizando así con un mayor número de sabidurías compatibles. Verdaderamente necesitamos expandir nuestro rango de ideas con cuidado pero exhaustivamente. 

El surgimiento de una educación integral, valores integrales y líderes con sentimientos y auto-identidades integrales sería una solución para superar la modernidad sanamente evitando una regresión hacia estadios de intolerancia previos. Ello sería en parte porque en la integralidad se reconocen, aceptan e incorporan coherentemente los más sanos aportes culturales de etapas previas por lo que muchos de esos aspectos podrían participar en los nuevos modelos económicos y políticos que deben crearse calmando la duda y la ambivalencia que muchas personas de sentir tradicionalista experimentan. 


Pero para superar constructivamente la decadencia de aplicaciones institucionales de la modernidad en plena bifurcación hacia una etapa superior, se debe promover muy consciente y activamente el desarrollo cultural en este sentido, inclusive como política pública rescatando valores cívicos y éticos mientras simultáneamente se defiende a la democracia liberal y los más sanos aportes de la modernidad. 



Un link al excelente artículo de Ahmari (en inglés) y que inspiró este ensayo es: 

https://www.commentarymagazine.com/articles/illiberalism-worldwide-crisis/


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