Wednesday, August 16, 2017

LA PUNTA DE LANZA ROTA

La Punta de Lanza Rota Por Giorgio Piacenza
Aquellos que creemos hallarnos en la "punta de lanza" evolutiva, montados en el frente de la onda o en el liderazgo evolutivo cultural (los pluralistas, verdes, igualitarios, críticos del abuso de las jerarquías pre modernas y modernas); los que nos alineamos para la realización de políticas parcialmente inclusivas pero también ulteriores a las “verdades de la modernidad” netamente materialista, racional, individualista, dicotómica y lineal, también hemos frecuentemente caído en la cantaleta pesimista del relativismo absolutista. Al cuestionar en extremo a la razón instrumental armados de argumentos racionales-lineales nos hemos disparado en los pies por lo que ahora somos incapaces de orientar en el camino a los demás. 


Muy frecuentemente nos hemos vueltos tan absolutistas como absolutistas eran las generaciones anteriores. Y, por supuesto, no nos percatamos de nuestro propio absolutismo. 

La mayoría de los líderes intelectuales de avanzada han/hemos llevado al extremo la crítica de la modernidad y pre modernidad de modo que se ha pasado del pluralismo inclusivo (que promueve la fraternidad y convivencia alturada) al relativismo ‘absolutista’ y, por lo tanto, no podemos orientar a los segmentos sociales aún ética, emocional y conceptualmente sujetos a expresiones de evolución cultural previas (expresiones identitarias dogmáticas religiosas, identitarias etnocéntricas e identitarias modernas individualistas). Y también hemos favorecido al narcicismo como una expresión identitaria.  

Colectivamente durante la modernidad y (más específicamente) durante la posmodernidad hemos creado asombrosas tecnologías de la comunicación pero las utilizamos casi exclusivamente de forma horizontal, sin profundidad o sana distinción, intercambio crítico-comparativo o de sana jerarquía.  Y sucede justamente porque no hemos revelado contra toda jerarquía en nombre de la igualdad. Por eso, "ellos"  (aquellos psicológicamente ubicados en los segmentos pre post modernos y por sobre todo en los segmentos pre modernos) se atrincheran en las soluciones absolutistas que conocen. Lo hacen instintivamente para no quedarse en el vacío. Las ideologías que los sustentan son secundarias pero psicológicamente las necesitan defender  para auto definirse e imponer su sagrada e incuestionable verdad de forma exclusiva. Toda otra verdad compite contra sus identidades.

Cuando los líderes de la “punta de lanza evolutiva” dicen que no hay verdades que defender y cuando todas ellas han sido deconstruidas, a las personas aferradas a expresiones pre pluralistas solo les queda atrincherarse en su grupo identitario preferido, reivindicando solo aquello que conocen, defendiéndose en alianza a grupos que se conforman como alianzas tribales contra la cacofonía de la perdición de identidad del ser que es el maremágnum de múltiples voces inconexas. 

Muchos necesitan a como dé lugar regresar a un pasado real o imaginario en el cual había respuestas claras. Necesitan reforzar sus certezas y etnocentrismos mientras simultáneamente se renueva la aceptación social del narcicismo, convirtiéndose así la satisfacción de caprichos y pulsiones en la brújula del comportamiento personal y del derrotero social.  

Mientras que antes del cuestionamiento generalizado había una sociedad que, a pesar de sus abusos, injusticias y errores apuntaba (tanto de forma honesta como hipócrita) hacia lo virtuoso, hoy rápidamente apunta hacia lo vicioso, no solo como un reconocimiento implícito sino uno explícito. 

Porque si para los intelectuales progresistas de izquierda y progresistas de centro no hay verdades, todo pasa a depender de una búsqueda de sentido mucho más simple, una búsqueda atávica en el ámbito del parecer personal y de la pertenencia grupal identitaria para sentirnos empoderados y apoyados. Fatalmente, esto ocurre hoy en un mundo donde los intelectuales dicen que todas las perspectivas son igualmente válidas. Es un mundo (como diría Ken Wilber) “aperspectivo”, donde no hay verdades finales y donde, por lo tanto, es válido aferrarse a cualquier ideología que nos brinde un sentido y nos haga sentir bien. 

Es el mundo demencial de la "post verdad", atractivo y líquido (en el sentido dado por Zigmundt Baumann), mundo donde se conjuga lo más adelantado cultural y tecnológicamente con lo más tradicional y lo más primitivo, donde casi todas las voces se hayan empoderadas pugnando por dominar (quizás de forma cada día más vociferante) en el etos general.

Al rebelarse contra las jerarquías y contra el cotejo de ideas y al afirmarse que toda creencia o perspectiva es una construcción esencialmente irreal de la clase dominante de turno, los pensadores posmodernos abandonaron el rol de líderes que debieron asumir para influir en las personas con identidades pre posmodernas, (las identidades modernas individualistas y las identidades pre moderna dogmáticas religiosas “míticas” y etnocéntricas). Hoy (para defender sus doctrinas y el sentido de sus vidas) a estas identidades solo les queda atrincherarse en una competencia y antipatía contra todos los que no piensan como ellos. 

Así no tenemos forma de construir ni una sociedad pluralista de forma sana. Sin meta narrativas claras (porque todas han sido deconstruidas) estamos… fritos. La evolución cultural hacia etapas más comprensivas podría estancarse o retroceder. La posibilidad de llegar a una etapa única y que – a diferencia de todas las etapas anteriores conocidas- respete las verdades de las anteriores etapas… podría quedar en el limbo. El mundo podría descender a un estado de caos insuperable. 

Sin meta narrativas claras sobre todo en  la punta de lanza de la evolución cultural, no llegaremos a más en un sentido más humano y de convivencia y corremos un mayor peligro de destruir el sustento ecológico. 

Más aún, todo esto podría exacerbarse cuando la automatización reemplace de forma intensa los trabajos tradicionales humanos cada día más obsoletos en medio de una globalización donde la mano de obra se vuelve más cara. En esta situación en la cual “la punta de lanza” no ofrece respuestas que renueven el sentido de la vida y por lo menos valide importantes aspectos de antiguas “meta narrativas”)  o nos aferramos a lo viejo y conocido (pero ya inoperante y anacrónico por ser propio de una época menos interconectada) o nos quedamos sin un sentido por el cual vivir. 

Ante todo esto, como prioridad hay que entender que previo a la pulsión de muerte tenemos la pulsión de dar sentido a nuestras vidas...necesitamos creer en algo, necesitamos ideologías...meta narrativas. No podemos quedarnos en el relativismo así como no podemos quedarnos en “el fin de la historia” o “el fin del hombre” o “el fin de Dios”.

Por esa carencia de dirección de parte de los líderes culturales pluralistas (que han caído en el relativismo en vez de hallar meta narrativas más comprehensivas que incluyan lo mejor de las meta narrativas que antes parecían inconexas) surgen los Trump (y los Chávez incluidos). Surgen para paliar (y como diría Ken Wilber) para generar una respuesta sistémica evolutiva a la deficiencia cultural, una deficiencia que se observa bajo la forma de una decadencia institucional que no se da a vasto para mantener un orden funcional ante masas insurrectas por cientos de causas diversas; instituciones para las cuales cada día trabajan más personas que ya no creen de forma resuelta en sus valores o ideales constitutivos. 

Hoy existe una mayor sensibilidad humanitaria pero esta compite con el peligroso deseo regresivo – refrendado por el relativismo - de vender a como dé lugar. Por ello los escandaletes inacabables de la corrupción diaria que se venden como letanías interminables alimentando nuestras mentes y creencias condicionándonos de negatividad para los ratings.  Por ello se repiten fórmulas antiguas. Por ello los terroristas de diverso orden en oriente, el medio oriente, África y occidente luchan por un pasado glorioso o por una visión gloriosa creada en el pasado. 

Por ello (sin visión y sin conveniencia personal) no se apoya la posibilidad de grandes descubrimientos como el que sería el de las momias humanoides de Nasca.  Por ello el capitalista dentro del 1% estratosférico se aferra ciegamente a lo que conoce: a acumular más y más distanciándose así de los demás. Es la búsqueda de un sentido dentro de lo conocido, dentro de algo que funcionó para algunos o para muchos en algún momento. 

Y debido al alejamiento de la clase híper próspera, el mensaje convencional que todos tenemos los mismos derechos entra en contradicción en varios lugares, a medida que las mayorías de estos lugares se estancan mientras que unos pocos suben a la estratósfera.  

Y en esta decadencia donde simultáneamente existe un progreso tecnológico y un crecimiento de la clase media en muchas partes del mundo todo parece “estar bien” por “progresar” en algunos aspectos mientras que simultáneamente se siente que casi nada está bien, surgen como correctivos chabacanos, chocarreros, chanflones líderes populistas para los cuales la objetividad y la verdad es secundaria a la ambición de articular el sentir popular sin rechazo a falsedades y a pseudo verdades. Ellos reverberan  con el sentir más desnudo de las masas desencantadas pero simultáneamente impacientes y empoderadas por la tecnología. 

Pero así surgen líderes regresivos como correctivos necesarios a la inoperancia de la situación actual, líderes que reemplazan a nuestros “tibios” intelectuales y que nos llevan a un mayor primitivismo, caos y posible debacle generalizado o a una reacción social que incluya nuevos visos intelectuales que superen las respuestas relativistas actuales para evolucionar hacia una sociedad INTEGRATIVA, sociedad que necesariamente tiene que surgir (superando pero incluyendo lo bueno, bello y verdadero de lo primitivo, lo dogmático, lo moderno y lo posmoderno).

Bajo esta respuesta evolutiva podríamos retomar un camino más sensato que nos llevaría a construir un entramado donde las diferencias ideológicas de sentido personal se reconcilien bajo los factores comunes que las unifican. Por ello, respuestas como la Meta Teoría Integral de Wilber y respuestas afines como el Pensamiento Complejo de Morin deben ser tomadas en cuenta por pensadores y estudiosos que no han abandonado toda esperanza. Estas respuestas pueden muy bien ser compatibles con muchos aspectos de la sabiduría ancestral andina que entendía acerca de este "entramado", de la conexión general de todo como vivo e inteligente, el sentido en el que nuestra inteligencia participa con otras inteligencias también dentro del entramado. 

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